Hacia las XXII Jornadas Nacionales de Carteles
La Escuela llega a La
Plata
Belén Zubillaga
Que las próximas Jornadas de Carteles sean en la ciudad que nos toca
vivir, al menos a mi, es una gran ocasión. ¿Para qué? Veremos...
Para muchos La Plata es la ciudad de origen, para otros, aquellos que
vinimos en busca de la Universidad, un destino pasajero devenido en
elegido.
No importa tanto ser locales esta vez sino que esta ciudad sea sede por
primera vez de una actividad nacional de la Escuela de Orientación
Lacaniana.
Hemos viajado con el cartel bajo el brazo, a Córdoba, a Capital en varias
oportunidades. Hoy nos toca quedarnos y esperar a los que llegan. Para los
“¿platenses?” o residentes de la ciudad, el ir y venir se ha hecho costumbre. Al
parecer algo de eso comienza a detenerse. Esta vez nos quedamos.
Lo que permanece en los itinerarios de unos y otros es el cartel. El peor
invento lacaniano para el grupo.
Mi experiencia en tan incómodo dispositivo, produjo exactamente lo
contrario a lo buscado. Soledad, vaciamiento de saber y multiplicación de
enigmas. Allí comprendí por qué Lacan pensó que el cartel sería apropiado para
la formación del analista. Al igual que el zamarreo que Lacan producía en sus
analizantes, el zamarreo del cartel nos despierta del adormecimiento del saber
erudito y el rigor de las citas. Nos sacude y nos obliga a inventar. Ningun
cartel aunque trate el mismo tema, ningun cartelizante aunque comparta el rasgo
con otro, dirá lo mismo sobre el asunto. Esa es su genialidad.
La Plata despierta, con los carteles, con el trabajo de Escuela, y espera
con alegría tan ansiado acontecimiento.
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