Reseña de la
PRIMERA CONVERSACIÓN SOBRE LA ESCUELA
(La
Plata, 28 de junio de 2013)
Gerardo Arenas dice que para preparar las dos conversaciones sobre la
Escuela formaron un cártel inscripto en la EOL y titulado La Escuela y sus
fundamentos.
Trabajos presentados
Josefina Altschuler
dice que perteneció a dos instituciones platenses, que este cártel le permitió
establecer transferencias de trabajo de un modo nuevo, y que la orientación
lacaniana es nuestra brújula –lo ilustra mediante una metáfora musical. El acto
de fundación de la Escuela, por parte de Lacan, implicó un antes y un después:
antes existían sociedades analíticas, y después, la Escuela. La fundación del
MOL fue un acto y por lo tanto la suerte está echada, como dijo Mauricio Tarrab.
La orienta lo dicho por Lacan: “Fundo, solo como siempre he estado en mi
relación con la causa analítica”, ya que con ese solo Lacan se aleja de
la lógica de la masa y el amo (ideal), rompe con las jerarquías y convoca a que
los trabajadores decididos se enlacen a la comunidad analítica, uno por uno,
mediante transferencias de trabajo. Pensar contra sí mismo en presencia de
otros, a contramano de lo imaginario y de los fenómenos de grupo, apunta a pasar
del amor al deseo de saber, en un movimiento (armónico o estridente) que
repercute en el deseo, el fantasma y el goce de cada uno.
Gisèle Ringuelet se
pregunta: ¿Qué Sección queremos para La Plata? No intentará responder una
pregunta tan compleja, pero estima que, de constituirse una Sección, se armaría
un conjunto nuevo, heterogéneo, con analistas de la ciudad (en su mayoría).
Inmersos en un saber sin referente fijo, ¿cómo dejar en suspenso las respuestas
“ya sabidas” (jerga lacaniana) para alcanzar en las diferentes contingencias
algunas certezas? ¿Cómo pensar una Sección que no sea una réplica de la Escuela,
y cómo conservar los rasgos locales? Propone crear algo nuevo sin olvidar la
hystoria. Recuerda sus comienzos en la Asociación Psicoanalítica de La Plata y
se pregunta: ¿Qué y cómo enseñar el psicoanálisis? ¿Cómo incluir en la
conversación a escritores, artistas y estudiantes, no solo para desbaratar el
entre nos que la creación de cárteles propicia, sino también inscribir y
difundir el psicoanálisis en nuestra ciudad?
Rosana Salvatori
dice que su trabajo fue modificado por un fallido –en vez de
decisión-disolución, escribió decisión: disolución–, e interpretó
que estaba a favor de la disolución. De Escisión-excomunión-disolución
extrae dos cuestiones: (1º) La retroacción hace que la disolución emerja
como reveladora, ¿de qué? (2º) ¿Cuál es el buen uso de la disolución? Darle un
sentido a partir de lo que continuará. Lacan disuelve algo que existía y que
había devenido efecto de grupo por sobre el efecto del discurso analítico, y la
Escuela es el mejor instrumento contra el amuro/Iglesia/Otro consistente
–cuestión importante para pensar la Sección como brazo local de la Escuela. Para
ello hay que sacrificar el goce de las rivalidades: cada caudillo debe ceder su
parte, agujereando así la esfera. Inscribirse en la Escuela –una Escuela que es
casa simbólica, lugar en la realidad, lugar inconsciente, encarnación del Otro,
lugar de juicios y relaciones– revela la relación de cada uno con la autoridad y
con la castración. La disolución de La Consulta fue decidida por su más-uno para
no ir a contrapelo de la Escuela en la cuidad.
Gerardo Arenas
resalta la diferencia que Lacan establece entre institución analítica
(efecto de grupo consolidado) y discurso analítico (esperable en una
Escuela). El emblema de la institución es el rasgo unario (que aplasta toda
singularidad) mientras que la Escuela se orienta a lo singular. Hace falta un
trabajo constante de invención para no ser aspirados por el rasgo homogeneizador
(bajo el cual se encuentra el padre, mientras que la Escuela aspira al
sinthome). Los síntomas de esta tensión surgen en el terreno político: si una
institución mantiene con la Escuela lazos transferenciales, que su política sea
independiente de la política de Escuela es inconsecuente. Tal fue el origen del
MOL. Las soluciones a esta discrepancia son transitorias. Llamarnos
lacanianos no impide que una Escuela sea aspirada por el grupo, pero ser
lacanianos da herramientas para interpretar esa aspiración. En la Escuela
pugnan dos aspiraciones, sus respectivas políticas, y las éticas que las
definen. Lo mismo cabe decir de una sección platense de la EOL: seamos
lacanianos y hagámosla existir.
Germán Schwindt
toma el rasgo relación Escuela-Instituto pues le interesa el pasaje de la
formación del analista a las enseñanzas. El psicoanálisis en intensión se
relaciona con el saber textual, con el inconsciente y con en el acto en la
experiencia analítica, e implica la formación de un analista articulada con la
enseñanza. La ciudad de las diagonales ha sido caracterizada como ligada a la
administración pública y a la universidad, pero es también una ciudad política.
La profesionalización del psicoanálisis está del lado de lo peor, y la formación
del analista es el tema de Escuela a discutir en relación con una Sección y con
las enseñanzas brindadas en un Instituto. ¿Cómo repetir en diferencia? Hay que
responder de un modo diferente del psicoanalista sin análisis, de las terapias,
de las prácticas en obras sociales y del aporte intelectual en políticas
estatales, y también problematizar la noción de autoridad
analítica.
Gerardo Arenas
dice que los
trabajos presentados abordan los cuatro ejes que el cártel definió para la
conversación: transferencia con la Escuela, relación
grupo-Escuela, disolución, y formación del analista y acto
analítico, más dos tópicos que Mauricio Tarrab resaltó: qué
es una sección de la EOL en La Plata, y
en qué consiste la tensión Escuela-Institución. Lee una carta en que
Flory Kruger, presidente de la EOL, dice que el Consejo acompaña al MOL y
que las Jornadas de Cárteles, a realizarse en La Plata, consolidarán ese
lazo.
Conversación
Sebastián Llaneza
interroga a Gisèle Ringuelet sobre la posibilidad de que una Sección de la EOL
constituya una réplica y su relación con no olvidar la historia.
Jorge Santopolo
agradece al cártel pues sus trabajos le suscitaron preguntas y le hicieron
sentir la comunidad de trabajo existente, y además festeja que el MOL no se
ahorre nada a la hora de discutir qué Sección puede alojar la causa analítica
sin que la comunidad platense pierda su robustez.
Enrique Acuña
felicita a la mesa por el work in progress
respecto del año pasado, articula el modo en que Gisèle Ringuelet plantea la
dialéctica entre grupo y soledades en la comunidad analítica con lo que presenta
Gerardo Arenas mediante el término aspiración, que alude tanto a
aquello a lo que se aspira como a aquello por lo cual se es
aspirado, dice que hoy el “gran hombre” no existe, hay “redes”, y se refiere
a la distinción entre jerarquías y grados de saber en la Escuela, que sigue la
dialéctica entre Instituto y Escuela.
José Matusevich
dice que en la Escuela solo hay grados.
Christian Ríos
destaca la enunciación y las posiciones políticas de los trabajos, concuerda con
el modo en que Gerardo Arenas plantea la diferencia entre grupo y Escuela, opina
que ir hacia la Escuela implica disolver los grupos pero respetando el recorrido
de cada uno. Le interesa debatir la enseñanza pero cree que no es el momento
político de plantear la creación de un Instituto.
José Matusevich
propone que el MOL responda por qué la EOL eligió crear una Sección en La Plata,
y en referencia a la réplica dice que Lacan, al decir “Hagan como yo, no me
imiten”, propone no caer bajo el ideal y ser lacanianos así como él fue
freudiano.
Paula Vallejo
resalta la tensión entre historia y futuro, dice que el trabajo de Gisèle
Ringuelet propone preservar la historia mientras que el de Rosana Salvatori
propone “agujerear la esfera” de los localismos y los efectos de grupo.
¿Podremos agujerear la historia así como hacemos en nuestros
análisis?
Gerardo Arenas
distingue la soledad (que es individual) de la singularidad (que es lazo),
recuerda que Lacan propone despertar de la pesadilla de la historia, dice que la
Escuela no borra la historia sino que provoca un despertar, y en referencia al
Instituto agrega que, aunque no sea el momento de tratar esa cuestión, no hay
que postergarlo mucho para no perder la robustez.
Gisèle Ringuelet
responde a Sebastián Llaneza señalando la diferencia entre historia (sucesión de
hechos) e hystoria (que implica acontecimientos), y dice que no habla de la
historia como síntoma en el museo sino de la historia en
movimiento
rumbo al futuro.
Considera que una Sección no se arma de la nada, y que la
diferencia de tonos y acentos inscribirá la impronta de los analistas de la
ciudad.
Mauricio Tarrab
interpreta: se ha puesto sobre la mesa un fantasma de aspiración por la
Escuela (una Escuela “aspiradora de años de trabajo”), y hay que tomarlo en
cuenta, ya que suponemos en los fantasmas un núcleo de verdad. La historia es el
futuro, lo que construiremos; y si hay acto, no hay continuidad sino ruptura.
¿Hay un fantasma de universalización que arrasaría con la identidad platense? En
verdad, qué Sección haya en La Plata dependerá de cada uno de quienes singularmente dejen su marca en
ella. Tomar la orientación lacaniana solo como referencia no basta: no
hay que referirse sino poner el cuerpo, lo cual supone pagar un precio real y
simbólico, y tampoco bastan las enseñanzas de un Instituto, debido a la peculiar
relación entre formación analítica y enseñanza.
José Damiano
retoma la pregunta ¿Por qué la EOL apuesta a La Plata?, y responde con
algo trabajado en el Primer Coloquio: La Escuela interpretó un deseo. Lo
muestra el ingreso a la EOL de integrantes del MOL. Muchos analistas platenses
trabajan en la universidad, el hospital o la administración pública, pero la
ciudad necesita otra cosa: ya no se soportan los grupos analíticos, ni el
discurso universitario, ni la burocracia.
Mauricio Tarrab
acota que luego no se soportará la Sección, e interpreta el no soportar
más como un síntoma.
José Damiano
dice que, como profesor universitario, estar inscripto en la EOL no es lo mismo
que estar fuera de ella.
José Lachevsky
subraya el cambio de perspectiva que su ingreso a la EOL produjo en relación con
el grupo con el cual trabajaba, al agujerear la historia.
Cesar Conde,
alegre de estar presente, siente que un encuentro es posible. En referencia a la
disolución de los grupos en la “solvente” Escuela, se pregunta qué lugar tendrán
las transferencias dirigidas a las instituciones platenses, y apuesta al debate
sobre el Instituto. Comenta que una vez le manifestó a Tarrab su preocupación
por no hacer del psicoanálisis una religión, y que Tarrab le respondió:
Veremos si es cierto.
Adrián
Scheinkestel propone
sustituir disolución por destitución, en referencia a un fin de
análisis y a su horizonte de transformación subjetiva. En este momento delicado
se tocan fibras muy íntimas. Aquí escuchamos bromas que resaltan que el sujeto
no tiene lugar en el Otro, y el neurótico se empecina en sostener un fantasma de
exclusión para sostener a ese Otro que no existe.
Graciela Brodsky
dice que la historia puede devenir pesadilla. Recuerda que la EOL se fundó a
partir de seis instituciones (unas se disolvieron, otras no), y que Miller
descompletó y agujereó la potencia porteña para impedir que fuera “la reina del
Plata”. Pueden disolverse instituciones sin que se disuelvan sus grupos. En la
EOL, los grupos subsisten, nadie perdió la “marca en el orillo” de su
procedencia: las cuestiones de estilo y de gustos no se disuelven. La disolución
de los grupos no es evidente ni ideal, y el desafío es convivir con las
diferencias. La riqueza de la EOL es la convivencia de estilos. Aclara que el
Instituto debe ser creado por el Instituto del Campo Freudiano, que dirige
Jacques-Alain Miller: no es decisión nuestra.
Adriana Testa
dice que el rasgo nos es imputado por el Otro, y retoma la idea de la Escuela
sin referente fijo (vertida por Gisèle Ringuelet) y apoyada en el trípode
cártel-pase-nominación.
Gerardo Arenas
cierra el encuentro invitando a la próxima actividad del MOL: la Conversación
Clínica que se realizará en agosto.
Josefina Altschuler, Gerardo Arenas, Gisèle Ringuelet, Rosana
Salvatori y Germán Schwindt agradecen a María del Pedro la primera versión de
esta reseña.